«Empieza las caricias por los pies, tengo cáncer de mama «
…. He llorado y mucho …. Un regalo, está tan lleno de verdad, sensibilidad, amor puro, una obra de arte …
Hubo un momento en el que fui niebla, y era etérea, inmaterial e intocable.
Hubo un momento en que deje de ser niebla, y ahora que vuelvo a serlo … lo necesitaba tanto ….
Lo necesitaba para que volvieran a querer tocarme y no me alcancen, para que pudieran ver a través de mí, pero a la vez me pierda y quiera perderme en su bruma, para que crea que me posee y al segundo desvanecerme, y de ese modo jamás se cansen de buscar en mí.
Hubo un tiempo que fui lluvia, a todos nos puede gustar una lluvia fresca y cristalina, pero yo no lo elegí, supongo que era el proceso natural que me tocó vivir.
Pensamos que la lluvia acaba mojando y la sensación al final es muy desagradable, pero estamos hechos de frío y calor. En mi larga enfermedad mi espíritu, cabeza y cuerpo siguió siendo niebla, resistiéndose al estado líquido. Nunca el sexo me supo tan … pero tan rico. La de besos que debo aún.
El cáncer tiene sus fases, cuando te enteras, pero no sabes el alcance de la misma, y te quieres comer, beber y follar el mundo, por miedo a que tu vida dure una semana. Luego viene el diagnostico, y no quieres enterarte, te resistes a pasar por tan largo proceso, te haces pajas mentales de como cambiara tu vida y de que puede que no vuelvas a sentir nada ni nunca. Luego tu vida se convierte en hospitales, más hospitales, y más … las únicas conversaciones de sexo se basaban en un test cada mes en el que fríamente te preguntan si has practicado sexo, dan por hecho que no. Un día apareces y marcas SI, y todo se convierte en rellenar otro test por haberlo practicado …
Durante mi proceso, estuve en una “desconexión emocional” como denominaron los psicólogos, no recuerdo mayor acto de amor, cuando en pleno proceso de quimioterapia me desearon, me tocaron, me besaron, acariciando y recorriendo todo mi cuerpo … Suspire, y fue un lindo suspiro, de modorra feliz, de cansancio tranquilo … los dos lloramos antes, durante y después. Mi cuerpo y mi mente dijeron, Gracias.
No quiero olvidar tampoco el trabajo que mi Kinesiólogo hizo conmigo, cada semana, en cada sesión, su máxima preocupación era que no perdiera la sensibilidad, ese sexto sentido que es la piel, además de prepararme para otra sesión ya fuera de quimioterapia, radioterapia u operación. Después de mi doble mastectomía nos costó un mes que volviera a sentir, ni siquiera un abrazo. Hemos llorado tanto juntos, con cada paso, con cada victoria …
Nuestra gran victoria llego no hace mucho, con mi doble reconstrucción mamaria, SIENTO, SIENTO, VUELVO A SER NIEBLA …
(Anabel García @anabelparham , nuestra fundadora)